lunes, 11 de junio de 2012

Capitulo 7
Días más tarde...
POV Sara:
El despertador sonó y para colmo no era el mío, el que sonaba tenía un melodía menos estridente. En cambio, el mío era más brusco y sonoro. Me dí una vuelta en la cama y pensé "Ese es el despertador de Celia, pero ella empieza más tarde a trabajar así que eso significa..."

-¡Llego tarde!- grité.

Salté de la cama y me vestí, me peine el cabello de una forma más o menos presentable y salí de mi habitación,  justo para encontrarme con Celia en pijama preparando el desayuno.

-¿Por que no ha sonado mi despertador?- le pregunté mientras me ponía los zapatos.
-Si que ha sonado, eres tú que no lo has escuchado.-me respondió mientras me sentaba en la mesa y engullía una tostada.
-Pof podriafs habefme despeftado- le respondí con la boca llena.
-Pensaba que hoy te tomabas día libre.- dijo mientras se sentaba para comer su desayuno tranquilamente.- Anda, vete. - me dijo.

Obedecí, cogí el bolso y me fui corriendo mientras me atragantaba con la comida. Salté las escaleras de tres en tres  porque el ascensor era muy lento, cogí un taxi y, como en una película de acción, salió disparado hacia mi destino. Cuando llegé a la tienda, Jack aún no había llegado, así que la tuve que abrir yo.
Una nube de polvo salíó disparada hacía mi- Me pregunté si alguna vez Jack limpiaba, pero a mi me gustaba así. Daba un aspecto más tétrico y atraía a buena clientela.
Dejé mi bolso encima del mostrador y me metí por detras. Encendí las luces por un panel que había debajo de la mesa, al lado de una escopeta. Jack la tenía ahí por si alguna vez pasaba algún "imprevisto", aunque tampoco creo que nadie fuese a atracar una tienda de rarezas. Recogí el bolso y me metí por una cortina que daba al almacén, abrí una pequeña taquilla rojo cereza con la pintura desconchada y metí mis cosas dentro. Saqué una plaquita con mi nombre y la colgué del cuello de mi camiseta. Volví  al mostrador para encender el monitor del ordenador donde salían la imágenes que mostraban las cámaras de vigilancia. Aún me sorprendía lo grande que era ese lugar y había zonas donde el nivel de raro ya era sobrepasado, así que mi jefe era el que mayoritáriamente se ocupaba de esos lugares. Me pasé una hora rellenando estanterías con nuevos objetos y atendí a algún que otro turista, hasta que me llegó un mensaje al mòbil:

Sara hoy no puedo ir al trabajo, tendrás que hacer mi turno y ocuparte de la tienda el resto del día, te lo compensaré. JK

"Genial. Me va a tocar currar todo el día, espero que eso merezca un augmento de sueldo"- Pensé.
Seguí trabajando el resto del día, atendí a más clientes, rellené más estanterias y le mandé un mensaje a Celia de que hoy no iria a casa a comer. Me tocó bajar un par de veces a los lugares "ocultos" de la tienda. No tenía ni idea de lo que me tocaría pasar por la tarde, cuando había más clientes.
POV: Celia

Llegué tarde al trabajo, por culpa del trafico londinense. Al entrar vi a Lucas vendiendo un disco de One Direction y al acabar, se acercó a mi.
- ¿Qué has echo para llegar tan tarde?
- Eh, nada, ¡Juro que no he sido yo!
Sonrió y me tendió una gran caja de cartón.
- Nuevos discos, puedes colocarlos por géneros musicales.
Solté un 'Ah...' de disgusto. Siempre me daba los trabajos más aburridos.
- ¿Y no puedo recomendar discos a los clientes? Se me da mejor...- dije con una actitud infantil
- Haz eso primero tontita
¿Tontita? ¿WTF? Fingí estar enfadada y me dí la vuelta, moviendo el pelo.
Sonaba a expresión cariñosa, pero no me gustaba. Sonaba raro para ser mi jefe.
Los nuevos discos estaban bien, absolutamente todos me gustaban. Lo mejor de trabajar en esa tienda era que Lucas no se vendía jamás, no encargaba discos que no le gustaran solo para ganar más dinero.
De esta forma, todo lo que había en su tienda me encantaba. Teníamos gustos parecidos.
Mientras cogía un disco de Taylor Swift y me dirigía a la sección de country, recordé aquel momento, días atrás, cuando conocí a mi modelo a seguir.
- ¿Sabes que conocí a Taylor Swift?- presumí
- Pues yo a Logan Lerman cuando vino a Londres a presentar su película. ¿Envidia?- dijo riendo
- Pues yo me hice una foto con Mcfly en el London Eye.
- Me temo que no puedo competir con eso
Me encantaba su forma de bromear y las discusiones fingidas que teníamos diariamente, hacía amenas las horas de trabajo.
Cuando terminé, Lucas me felicitó por mi 'nuevo récord de velocidad'.
 Estaba ordenando algunos papeles del mostrador cuando ví un anuncio que llamó mi atención.
- ¿Simple Plan hará un concierto gratis?- dije tendiéndole el papel
- Al parecer sí... Y según esto, es dentro de una semana
Me invitó a ir con él al concierto y acepté, él conocía mejor que yo Londres y si fuera sola o con Sara al lugar del concierto, probablemente me perdería.
Recibí un mensaje de Sara, que decía:
No iré a casa a comer, me toca jornada completa- S

Las horas pasaron fugazmente, incluso me dejó recomendar discos a algunos clientes. 
- ¿Vienes a comer conmigo o vas a ir a casa?- dijo, cerrando la puerta para el descanso del medio día
- Depende, ¿A dónde vamos?
- Si te lo dijera, perdería la gracia
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- Oh my god- dije fingiendo acento inglés de fan loca- ¡Estoy comiendo con mi jefe!
- Eh, puedo despedirte cuando quiera- soltó, riendo
- Oh, perdón su señoría

El restaurante era muy caro, en plan 'Reina de Inglaterra', como el Bulli pero en Londres. Las paredes estaban decoradas con brillos dorados, y del techo colgaba una gran lámpara.
Miré a mi alrededor, la verdad es que no íbamos vestidos para la ocasión. Él llevaba unos tejanos, ligeramente desgastados y una camisa a cuadros que me encantaba (Sí, alguna ropa de chico es preciosa) y yo llevaba shorts tejanos, con una camiseta de la selección española, que por cierto, me iba un poco grande.
En la mesa de al lado, una familia iba perfectamente arreglada, con vestidos y los hombres, con corbatas.
Miré a Lucas, buscando ayuda, porque me sentía muy extraña en ese restaurante. Él sonrió en plan Peter Pan, diciendo con la mirada que estábamos allí para pasarlo bien, no para preocuparnos por lo que pensaran los demás.
El camarero que nos trajo la carta, que tenía un bigote perfectamente cuidado y un acento francés, nos miró con cara de asco y no pude evitar reír.
- Y ahora... ¿Qué hacemos?- dije mirando con atención el menú
No entendía nada. Los platos eran tan sofisticados que nunca había oído hablar de ellos. ¿Qué podía escoger?
- Fíate de tu instinto.- Dijo, pareciendo un experto filósofo- Elige lo primero que veas. No sabrás si será asqueroso o si por el contrario, estará delicioso.
Mientras esperábamos a que nos sirvieran los misteriosos platos de millonarios, le mandé un mensaje a mi amiga:
Vaale, yo estaré con Lucas, suerte con el trabajo.

Nunca debí haberla avisado de que estaba comiendo con mi jefe. Se pasó las dos horas y media que estuve con Lucas enviándome mensajes cansinos en plan: 'Qué monos', 'Cuidado con lo que hacéis, eh' 'Lucas y Celia están debajo de un árbol'...
Lo gracioso era que pagaría ella los mensajes, cuando llegara la factura del móvil me reiría como una loca.

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